domingo, 25 de enero de 2015

Comienzan las escalofriantes revelaciones

Dije que este sería un año de grandes revelaciones. Y vale, lo de la capa española de Ramón García lo sabíamos todos, pero ahora algo más inquietante: Ana Obregón.

¿Que qué es lo inquietante? Bueno, ella misma para empezar, que haya vuelto a la televisión para seguir, pero lo que oculta, eso sí que es la leche, pero la leche condensada al baño maría.

Ana García Obregón es... una artista. Que sí, que de verdad, en serio. Pero una artista conceptual, pero muchísimo más radical que no sé, Yoko Ono, y digo ese nombre como podría haber escogido cualquier otro nombre de los cientos y cientos de artistas conceptuales que conozco, que conste. Como vosotros ¿Verdad?

Pues eso, que la Obregón se dedica a hacer performances, o mejor dicho, lleva toda la vida haciendo una. Sí, sí, ha creado un personaje ficticio, interpretado por ella misma, que va por el mundo diciendo que es actriz, bióloga, guionista, pianista, empresaria, presentadora y apicultora, si fuera preciso.

¿Ah, no? Que apicultora, no? ¿No era para eso el traje?

Inciso: no he encontrado documentos gráficos de las entrevistas en las que afirmaba lo del piano y empresaria, pero es que cuando llevaba un rato buscando en Youtube vídeos de Obregón, me he
empezado a preguntar qué estaba haciendo con mi vida y lo he tenido que dejar, presa de una crisis existencial.

Pues en realidad, todos estos años ha estado fingiendo, haciéndose pasar por un personaje de ficción, poniendo a prueba la capacidad crítica de la gente. Yo que sé, una especie de Borat (dijo ella intentando que no se notara que no había visto esa película, ni piensa).

Siempre ha caminado al límite, poniendo a prueba la credulidad de la gente, pensando más de una vez y de dos, que esta vez la pillaban fijo.

Porque que la misma persona reúna en su filmografía una película con Bo Dereck, dos capítulos (vale, dos partes del mismo) del Equipo A y una película con Emilio Aragón cuando era Milikito, es pasarse un poco.

Pero nada, la gente no se dio cuenta y decidió subir las apuestas y hacerse guionista. Nada, siguió colando.

¿Productora? También coló. Y después presidenta del gobierno o no sé qué...

Todo muy raro, pero la gente se lo cree todo, nadie se dio cuenta del engaño.

Pensó entonces que si su extraña vida profesional no llamaba la atención, había que intentarlo por el lado de la vida privada. Esto es un extracto de su diario

"Primero, novia de un futbolista. Vale, reconozco que no fue muy arriesgado. Así que probé algo más loco.

Así que me he cansado diciendo que le hice una paella a Steven Spielberg, y lo único que he conseguido es que el director no haya venido nunca a España, por si acaso era verdad y no se acordaba.

Después fui subiendo las apuestas, haciendo (o inventándome) cada vez cosas más locas, pero la gente se lo cree todo. Por último dije... yo misma me asombro de a dónde llega mi audacia profesional ¡Que había sido novia de un príncipe!

Y ni por esas, siguen sin pillarme. Si lo sé digo que fue el de Beukelaer.

Pues a partir de ahora, cuando llegue a una entrevista, voy a decir, literalmente lo primero que se me pase por la cabeza, y alguien se dará cuenta."

Inciso 2: Qué ricas las galletas Príncipe, creo que ahora las han cambiado, pero siempre he pensado que venían del cielo, en concreto del cielo al que va el colesterol cuando está tan bueno.

Pues nada, la pobre no consiguió nada, y decidió sacrificar su cuerpo en el altar de la performance, motivo por el cual se ha realizado las más absurdas operaciones de cirugía estética que uno pudiera imaginarse.

Ahí, ahí es donde se ha visto su auténtico compromiso con el arte conceptual. Pocos, muy pocos, han llegado tan lejos para defender su arte. Pero nada, incluso todos esos sacrificios se han visto ensombrecidos por artistas más audaces como Reneé Zellweger que ha llegado al límite del límite... Esa sí que es una artista que lo ha dado todo por su arte: ha pagado a una mujer que no se le parece en nada para que se haga pasar por ella, y hasta salga con su novio y vaya a las comidas familiares (bien pensado... a lo mejor fue por eso) y ella mientras vive escondida por el resto de su vida.

Porque ¿no os habríais creído que era de verdad la misma mujer, verdad?


domingo, 11 de enero de 2015

Enero, mes del arrepentimiento

Sí, hermanos, no lo neguéis, ha llegado enero y nos ha traído a todos un bonito regalo: el arrepentimiento.

¡Confesad, confesad vuestros pecados navideños!

- Es verdad, es verdad, lo confieso, yo soy el que ha comido como un cerdo!

- No, es ese soy yo.

- Y yo, y ahora no puedo parar!

- Yo soy el que se ha comido cuatro cajas de "surtido navideño", primero lo que estaba bueno y ahora está comiéndose los roscones de vino ¡y eso que no me gustan nada!

-Yo soy el que juntó la kurda de nochevieja con la de año nuevo y eso que todavía no se le había pasado la de nochebuena. Y el alcohol ha matado la parte del cerebro que controla el habla actual y ahora solo puede decir palabras viejunas como "kurda", "pitillo" y "pompis".

- Yo soy el que ha vendido el respirador de la abuela para pagar tanta juerga flamenca y tanto regalo.

- Yo soy la que ha regalado a sus padres un peso electrónico a ver si captaban la indirecta.

- Yo soy la que convenció al tío Alberto, alcohólico en rehabilitación, de que "no pasaba nada si se tomaba una copita en navidad". Y aún le estamos buscando.

-Yo, el que le regaló una pandereta a mis sobrinos con estrictas instrucciones de no abrir el regalo hasta que llegaran a casa de sus padres.

- Yo la que amenazaba con cuchillo jamonero a todo el que no chupa las cabezas de las gambas al grito de "Si es lo más rico!"

- Yo soy el que regaló un libro y puso en la dedicatoria "déjamelo, que me lo quiero leer" y era verdad.

- Yo soy el que obligó a su familia a oír una cassete (sí, he dicho cassete) vuelta y vuelta de villancicos, cantados por Los Pitufos, Los Pitufos...¡Maquineros!.

- Yo, la que insistió en comprar un roscón hecho de cemento armado y glasa en una misteriosa nave industrial de Vicálvaro, porque costaba 0,59 euros menos el kilo.

- Pues yo... yo compré Champín y además...de marca blanca (llanto desaforado)

- Yo soy el que fue a la cabalgata con una escalera y la llevaba por el Metro como si fuera una película de Charlot, que cada vez que se giraba lesionaba a tres o cuatro viandantes. El vídeo está en yutuv, con la música de Benny Hill cuando perseguía a chicas en liguero.

-Yo también estuve en la cabalgata y soy el que se batió en duelo con tres pajes reales por unos caramelos rijosos que solo les hacían gracia a los niños de la posguerra, y no los de ahora, que van a Eurodisney y tienen la plei.

-Eso no es nada, yo soy el que impide que los negros salgan en la cabalgata... haciendo de negros.

No, no, amigos, no, no me refería a esos pecadillos sin importancia que todos hemos cometido, aunque a los de los regalos insulto y regalos boomerang quiero verlos en mi despacho después de clase.

No, me refiero a los que hemos visto las películas navideñas hechas para televisión que ponen en Antena 3 después de comer.

- No, no, yo no las he visto.

- ¿Seguro?

- De verdad, yo no recuerdo haber visto ninguna.

- Tú no cuentas que eres el que no recuerda nada del 18 de diciembre al 8 de enero, hombre!

Son esas películas que van de una chica que está prometida a un chico muy sieso que se dedica al tráfico de armas, y que por algún tipo de error de identidad / apuesta / tormenta de nieve que les deja aislados, termina pasando las navidades en casa de una familia donde hay otro tipo (que se enamora de ella locamente en cuánto la ve) que es muy majo y muy rubio y muy guapo y que pasa todo su tiempo libre rescatando gatitos abandonados y el no libre, curando a niños que han quedado lesionados después de que sus padres les obligaran subirse a inestables escaleras durante la cabalgata de reyes.

Si no hubiera suficiente intriga sobre cuál de los dos candidatos a su corazón se decidirá, con esos méritos tan igualados, la familia del rescata-cachorros son encantadores, y siempre tienen unos jerseys navideños a juego y una casa de dos plantas con un árbol de navidad que llega al segundo piso y en el que siempre ponen un adorno súper especial que la bisabuela Martha llevó en el barco en el que llegó a América, huyendo de la libertina Europa central del siglo S.XVII donde nos les dejaban ser los suficientemente puritanos.

Ay, qué bonitas, verdad? Y originales, sobre todo originales, que yo creo que con el mismo decorado, y el mismo guión graban cuatro o cinco seguidas y solo cambian a Tory Spelling por la hermana esa de Lizzie McGuire a la que siempre le están pasando cosas entre las cuatro y las ocho de la tarde de los fines de semana.

Sí, pero no. La maldición de la hermana normalita.

Pues yo no solo me he quedado dormida sistemáticamente viendo esos bodrios sino que he visto la película más dulce, empalagosa, camp, inverosímil o lo que es lo mismo navideña, del mundo, mundial "Beyond Tomorrow".

Os invito cordialmente que leáis la reseña que he hecho al respecto en Zinéfilaz.  Es súper moderna, del año cuarenta. Sí, sí, del siglo pasado, de (casi) antes de la guerra.

¿No cuela? ¿Ni como penitencia? ¿Y si prometo no volver a hablar de la hermana de Hillary Duff que no sé ni cómo se llama? ¿Y si dejo de decir "kurda"? ¿Tampoco? ¡Qué pronto se han pasado los propósitos de año nuevo!



La foto la he sacado de aquí.