viernes, 13 de enero de 2017

Brevérrimo. Mis otras vidas ¡Café!

¡Café! ¡Daría cualquier cosa por un buen café!

De hecho en 1.725 me prometí en matrimonio con cierto pirata solo porque traía de contrabando un magnífico café de Java.

Sin embargo, como no me gusta solo, después me comprometí con un lechero de la zona de Yorkshire, el pirata se enteró y aquello acabó como el rosario de la Aurora.

Y ahí es donde comenzaron las famosas luchas entre corsarios y productores lácteos de las que todos hemos oído hablar.

Para entendernos, me llamaban la Helena de Troya del sector desayuno.


pd. Una serie de aburridísimas excusas me impide actualizar como y cuanto me gustaría y, sobre todo, cumplir con las entradas pendientes. Espero que esta revelación consiga que me disculpéis.